¿Paul Newman, Billy el niño? Sí señor, Arthur Penn es capaz de convertir al deseado por todas (y todos) en el legendario William Bonney. Las andanzas del mítico forajido quedan representadas desde un prisma romático, el héroe y no el asesino, el idolatrado y no el perseguido.
Como siempre, Penn innova, tratando de alejarse de otros westerns y otras historias sobre Billy el niño. Fue su primer trabajo para la gran pantalla, y no fue un éxito, aunque con el tiempo ha sido mejor considerada. Aunque es verdad que no es su mejor película (La jauría humana, Bonnie & Clyde) ya dejó señas de su personalidad.
Bonnie & Clyde (*****) de Arthur Penn, Robert Benton y David Newman
Penn convierte la hsitoria de Bonnie Parker y Clyde Barrow en un mito, encarnados a la vez por mitos, por un siempre atractivo Warren Beatty y la sensual (vaya comienzo de peli, señores) Faye Dunaway. Ellos son la pareja de ladrones que encabezan la banda más temida recorriendo el país de banco en banco. Son de estos ladrones buenos, ladrones cool tantas veces imitados a partir de entonces, pero ningunos como Warren & Faye.
Fuera del argumento, Bonnie & Clyde también marcó época. Primero por la violencia, magistralmente rodada y seguida sus cánones posteriormente. Seca, áspera como el paisaje americano, la sangre surge como necesidad de expresión. Luego, está la sensualidad hasta entonces siempre redimida, surge de la mano de la Dunaway con la que todos soñamos desde entonces (esa pistola), ocupando el podio de la época junto a la Bardot y Jane Fonda.
La jaruía humana (*****) de Arthur Penn y Lillian Hellman
Nunca la sociedad quedó tan bien (mal) retratada como en La jauría humana, donde deja bien a las claras lo que la muchedumbre puede llegar a hacer. Lo conoce bien Robert Redford, que tras escapar de la cárcel debe escapar de sus propios vecinos, al saber éstos que ha regresado tratando de ajustar viejas cuentas del pasado (más romáticas que vengativas).
Sólo el sheriff, un Marlon Brando soberbio, imponente, tratará de protegerle. Sin tener en cuenta su inocencia o culpabilidad, Brando responde a la integridad como contrapunto a la desorbitante masa que les acecha.
Lo que podemos hacer si seguimos la corriente. Y es muy fácil seguir la corriente. Es lo más fácil. Y si estamos mal liderados, nos convertimos en odio puro. Brando protegió a Redford pero ¿valió la pena? Escapemos de este pueblo infernal.