Pasaban los minutos y uno se preguntaba si esa voz podía ser verdad o no. Cuesta creerlo. La perfección se extendía por el teatro. A una voz perfecta, un acompañamiento perfecto. Y todos se contagiaban de ese insólito sentimiento. Resultaba sorprendente el empeño que demostraban, y la extraña ilusión de sentirte importante en esos momentos.
No había tiempo para la monotonía. Cambios de instrumentos, de vestuario, de luces, de ritmos. A veces a bailar, a veces a emocionarse. Y todo pasaba tan rápido que apenas te das cuenta de lo que estás viviendo. De pronto canta sin micrófonos, de pronto sólo ante el piano, de pronto salen bailaoras de flamenco, de pronto sale su madre a tocar con él, de pronto canta por Judy Garland y sí, todo aquel lugar se convirtió en más allá del arco iris.
Y para finalizar Cabaret y homenaje a la felicidad, a tomarse la vida de otra manera, a ver con otros ojos lo que nos rodea, a no dar importancia a lo que no la tiene. Más que un concierto, fue una experiencia, un ensayo sobre cómo vivir. Genio Rufus.
2 comments:
suertudo!
(llegó mi postal?)
No, no ha llegado. No tenía ni idea. Estoy impacieeeeente
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