Thursday, April 28, 2011

Libros de cine

Tokio Blues - Norwegian Wood (***)
de Haruki Murakami



Como decía una letra de Drexler, una canción me trajo hasta aquí. Lo que pueden hacer las canciones de The beatles. ¿Cuál? Cualquiera, pero en este caso es el Norwegian Wood el que hace recordar a Toru Watanabe. Era un viaje cualquiera, una avión cualquiera, una llegada a Hamburgo como tantas otras.

Pero una canción te puede llevar de momento a la infancia, o lo que es peor, a la adolescencia. Una simple melodía te hace revivir una vieja amistad marcada por la muerte. Fue la novia de su mejor amigo fallecido años atrás la que se hace visible como los fantasmas a medianoche. Sólo aparecen en soledad, en la mayor de las tristezas:

−¿Te gusta la soledad? −Apoyó la mejilla sobre la palma de su mano−. ¿Te gusta viajar solo, comer solo, sentarte en las clases solo, apartado de la gente?
−A nadie le gusta la soledad. Pero no me interesa hacer amigos a cualquier precio. No estoy dispuesto a desilusionarme −aclaré.
Con una patilla de las gafas metida en la boca, la chica murmuró
−A nadie le gusta la soledad. Pero detesto que me decepcionen. Si te decides a escribir tu autobiografía, puedes incluir estas líneas.
−Gracias.

La escritura de Murakami es melancólica, dulce, sencilla, dolorosa. Todo a la vez como los tema que trata. Ésta es una novela de amor y muerte, de sexo y desasosiego, de canciones y libros.

A los 18 años, mi libro favorito era El centauro, de John Updike, pero cuando lo hube releído varias veces, perdió su chispa y cedió la primera posición a El gran Gatsby, de Fitzgerald, obra que continuó encabezando mi lista de favoritos durante mucho tiempo. Tomar El gran Gatsby de la estantería, abrirlo al azar y leer unos párrafos se convirtió en una costumbre, y jamás me decepcionó. No había una página de más. “¡Es una novela extraordinaria!”, pensaba. Me hubiera gustado hacer partícipes a los otros chicos de tal maravilla. Pero a mi alrededor no había nadie que leyera El gran Gatsby. Dudo que lo hubieran apreciado. En 1968 leer El gran Gatsby no llega a ser un acto reaccionario, pero tampoco podía calificarse de encomiable.

Pese a todo, conocí a una persona que había leído El gran Gatsby, y nos hicimos amigos precisamente por ello. […] Nos conocíamos de vista, ya que vivíamos en la misma residencia, hasta que un día en que yo estaba leyendo El gran Gatsby en un rincón solado del comedor. Él se sentó a mi lado y me preguntó qué leía. “El gran Gatsby”, le dije. “¿Es interesante?”, me preguntó. Le respondí que lo había leído tres veces, pero que cuanto más lo releía más párrafos interesantes encontraba. “Un hombre que ha leído tres veces El gran Gatsby bien puede ser mi amigo”.

Monday, April 25, 2011

Series - Criticando, siempre criticando

Downton Abbey (***)
de Julian Fellowes.


Downton Abbey es un culebrón de flema británica. Culebrón por basar gran parte de su argumento en las relaciones amorosas en torno a giros de guión, en malo muy malos y buenos muy buenos.

Británico con todas las de la ley por su factura impecable, por su reparto, su empaque y su sobriedad. Una especie de Mad Men de la nobleza británica, aunque sin llegar a la profundidad de la americana.



Bajo estos dos pilares, Downton Abbey no engaña y, lo que es mejor, puede atrapar a gran parte del público. Herencia, amor, héroes acorralados, villanos feroces… qué más se puede pedir. Quizás menos frialdad, más emoción.

Friday, April 15, 2011

Reexaminando a... Duncan Jones (Estreno de Código fuente)

Moon (****)
de Duncan Jones

Duncan Jones
parece especializarse en la ciencia ficción, aunque viniendo de donde viene (hijo de Bowie, un dato no menor) no resulta nada extraño. Con 2001 Una odisea en el espacio como modelo (salvando los años luz de distancia) firma una película científicamente discutible pero tan fría y absorbente como 2001, consiguiendo plasmar esa misma sobriedad, esa intimidad en el desarrollo del relato, dejando a un lado los efectos especiales y los artificios propios del género.



Aquí Sam Rockwell sostiene toda la película. Él es un envidado a la Luna para extraer energía limpia. Su contrato por tres años está cerca de terminar, sin embargo, un accidente lo cambia todo. Rockwell es capaz de hacer verosímil lo insólito, doblando su esfuerzo en el juego que propone el guión. Hay mucha soledad en el espacio, ¿quién querría sacrificarse tanto? Como canta papá, “Space oddity”.

Wednesday, April 13, 2011

Reexaminando a... Sidney Lumet (In memoriam)

Antes que el diablo sepa que has muerto (*****)
de Sydney Lumet y Kelly Masterson


Lumet deja como testamento cinematográfico una película a la altura de su debut (Doce hombres sin piedad) y eso ya es decir. Habla muy bien de un director capaz de mantener un estilo único a lo largo de su trayectoria.

Antes que el diablo sepa que has muerto es un thriller negro en toda regla. Lumet la desarrolla y estructura como un director renovador (Tarantino, P.T. Anderson, Nolan) con saltos en el tiempo, con enfoques distintos, con una escena inicial y final que marcan todo su desarrollo.



“Dios, nunca había visto esto antes”
dice Philip Seymor Hoffman sobre el guión, y no es de extrañar. Lumet convierte la película en una obsesión, en un sufrimiento continuo. Ethan Hawke y el propio Hoffman son dos hermanos que parecen ver que la única forma de salir adelante en sus vidas es la del atraco a la joyería de sus padres. Será algo limpio y seguro, pero todo lo que puede salir mal, va a salir mal. Es la familia, las obligaciones de un mundo que parece estrangular a los más débiles de espíritu. Y estos hermanos lo son, claro que lo son.

Dice Alberto Bermejo “Lumet demuestra cómo se puede manejar una alambicada intriga fatalista y unos personajes indeseables, al borde de lo siniestro, con el pulso firme del clasicismo, sin necesidad de florituras ni artificios.” Ojalá pasemos media hora en el cielo, ojalá, porque muchos, después, nos vamos a pudrir en el infierno.

Monday, April 11, 2011

Reexaminando a... Sidney Lumet (In memoriam)

Punto límite (***)
de Sidney Lumet y Walter Bernstein


Punto límite
es el reverso dramático de ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú. Aquello de “Dimitri, no te lo vas a creer” no surge ni por asomo en la película de Lumet. La comicidad desaparece, pero el punto de partida es exactamente el mismo: en plena guerra fría, unos aviones del ejército norteamericano han recibido la instrucción (por error) de atacar a los soviéticos provocando una hecatombe mundial si se llega a cumplir.

Tratar de evitarlo será el objetivo del presidente de los Estados Unidos. En la película de Kubrick era un memorable Peter Sellers. En la de Lumet el sensacional Henry Fonda, que en las mejores secuencias de la película mantiene conversaciones telefónicas con el presidente ruso tratando de salvar una situación insostenible. Es curioso cómo dos argumentos tan parecidos den lugar a dos películas tan dispares.



Porque aunque Punto límite tiene un argumento muy trillado y parte de bases ya analizadas, Lumet consigue mantener cierta equidistancia, sabe articular un discurso frío y nada patriótico y, lo que es mejor, sabe imprimir una tensión constante a lo largo del filme, horrorizándote por la posibilidad de que ocurra. La escena final bien vale su visionado. Dimitri, ¿ya han llegado?

Wednesday, April 06, 2011

Musicineando - Nacho Vegas & Jonás Trueba

Las canciones de Nacho Vegas son muy cinematográficas. Es una perfecta banda sonora de cualquier historia de amor o desamor. Jonás Trueba lo sabe y utiliza La gran broma final como excusa para desarrollar todas sus filias cinematográficas. Una de las canciones del año. El mejor vídeo del año.