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Friday, January 24, 2014

Criticando, siempre criticando

Inside Llewyn Davis (****)
de Joel y Ethan Coen

Nadie describe la desolación de un perdedor como los hermanos Coen. Ellos son los eternos pesimistas, describiendo a grandes incomprendidos (Barton Fink, El gran Lebowski) como nadie lo hace. En Inside Llewyn Davis se decantan por un músico de folk, en los años 60, en Nueva York, en el Greenwich Village.

Con el habitual repertorio de personajes excéntricos (inmenso John Goodman) y situaciones absurdas, los Coen dan forma a una historia que en verdad no es tal, es sólo una semana más en la triste vida de Llewyn. Pero logran algo sorprendente, todos queremos formar parte de esa vida, todos queremos ser ese perdedor.



 A eso súmale las canciones, que es el otro pilar sobre el que se basa la historia, manteniéndolas en su integridad, algo que en nada hace de la película algo lento y monótono, más bien al contrario. La inmensa interpretación de Oscar Isaac ponen en su justa medida a un personaje que quedará en la lista de aciertos de los Coen, y ya van unos cuantos.

Luego llegó Bob Dylan, pero ésa es otra historia, ésa no la pueden contar los Coen, porque el éxito no forma parte de sus intenciones. Prefieren a Llewyn Davis, que tuvo la inmensa mala suerte de ser alguien en el folk antes de que el folk fuera algo en la música.

Wednesday, March 03, 2010

Criticando, siempre criticando

An education (***)
de Lone Scherfig y Nick Hornby.

An education es una hermosa película, bella por fuera mientras que por dentro se debate en su propia dicotomía. La dualidad que presenta la película es la de una adolescente (Carey Mulligan) dispuesta y preparada para ir a Oxford, llevando su vida hacia una educación intachable de la mano de sus padres (impecable Alfred Molina). Justo entonces aparece Peter Sarsgaard, un hombre mucho mayor que ella, como vía de escape de ese mundo gris que parece convertirse los días de estudios. Son los mejores minutos de la cinta, el nacimiento de un amor alejado de los libros, cercano a las vivencias más que a la pasión, recreándose en la belleza del lujo, en lo hermoso de una vida contemplativa. Son bellos esos paseos en coche, esos viajes furtivos, esas vivencias con sus amigos, sofisticado al estilo Mad Men o Scott Fitzgerald.


Lo peor de la película es la forma de presentar la trama, donde la dualidad se debe tornar en elección innecesaria, de la que la película toma partido constantemente: en principio a favor, luego en contra. Y molesta esa sensación de moralina que en nada beneficia a la narración. Aun así, la interpretación de Carey Mulligan resiste ese final algo apresurado, que quizás debió terminar antes, o de forma más pausada, y convierte a la película en una bella postal del Londres de los 60.