Ayer me visitó una joven guionista, ávida de ideas para nuevos proyectos, pero con la inspiración en alguna otra parte lejos de aquí. Así que me pidió ayuda. Estudié un método para generar nuevas ideas.
Me vestí de motorista para alguna historia rebelde. Pero no llegó la inspiración. Me vestí de boxeador para algún drama de superación. Tampoco dio resultado. Me disfracé de cantante rock adicto a sustancias prohibidas. No hubo respuesta. Me vestí de colegiala enamorada del capitán del equipo de fútbol americano. Y, a pesar de mi magnífica interpretación, no encontró historia en mis movimientos.
Ya cansado, hastiado, desestimé cualquier otra opción de futuras interpretaciones. Me senté a su lado. Se fijó en mi cara, en mis ojos. Y, en seguida, desarrolló tres historias. Un complejo drama sobre el dolor, otro sobre la culpabilidad, y, por último, sobre la soledad...
¿Debo preocuparme doctor?
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2 comments:
Sí, debe preocuparse... porque si sus ojos se comunican así de bien ya no podrá ocultar nada al no ser que la canción sea cierta cuando dice "no mires a los ojos de la gente, me dan miedo, siempre mienten"
Primero de todo Señor de la Suburbia, está claro que no vale para la interpretación. Siento decírselo de una manera tan directa pero es así. Pero eso no es tan malo, según descubrí en AzulOscuroCasiNegro es importante conocer las limitaciones de uno.
Por otro lado, no hay mejor ficción que la copia de la realidad. Ahí se ve como su propia realidad sería la inspiración de infinitas historias.
Se curará, para eso estamos ;)
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